
No olvides que en Comala, hay tardes en que las nubes se cansan del cielo. Bajan despacito, como quien no quiere ser visto, y cubren todo: los tejados, los jardines, los callejones, las bancas del parque, incluso los suspiros que uno dejó tirados por ahí.
Esas tardes, el pueblo no camina, flota.
Y si prestas atención, entre la niebla suave, puedes ver dos siluetas que caminan tomadas de la mano. Son de otra época, lo sabrás por la forma en que se miran, como si el mundo no fuera suficiente. Dicen que fueron amantes ocultos, de esos que la vida quiso separar pero que el clima —terco como es en Comala— aún se empeña en juntar.
Cuando bajan las nubes, Comala deja de ser un pueblo. Se convierte en un recuerdo compartido. Y los recuerdos, ya lo sabes, son el único lugar donde los amores prohibidos pueden vivir sin culpa.
Así que la próxima vez que la neblina lo cubra todo… guarda silencio. Tal vez estás pisando una historia que no quiere ser olvidada.
Por eso Comala es un Pueblo Mágico que te invita a regresar.